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Mujeres que Inspiran: Angélica y Angela, todas unas campeonas

Comienza el mes del amor, y hay amores que sencillamente no tienen comparación. Uno de ellos es el amor de madre.


De seguro, cada una de nosotras pensamos que las nuestras son las mejores madres del mundo. ¡No lo pongo en duda! Y hoy, para honrar a todas esas mujeres que aman sin límites, les comparto la historia de una boricua y su hija, que estoy segura les va a inspirar para esta semana: Angela Del Toro y su hija, Angélica Carbó.

Para hablar del amor de madre, hay que empezar por los hijos, así que comienzo por Angélica. Es una joven con Síndrome Down, muy coqueta y con una sonrisa que ilumina el mundo. Esta joven de 23 años es además atleta de las Olimpiadas Especiales, y ha conquistado para Puerto Rico múltiples premios y medallas.


Por si fuera poco, el deporte en el que ha logrado sobresalir es en la natación... sí, nadando, pero toda una bahía. O sea, que nada en el mar, en aguas abiertas, 1,500 metros. Lo destaco porque yo a duras penas sé nadar, y me canso en un ratito; sin embargo, para Angélica es de lo más natural y se corona como una de las mejores en su disciplina y categoría en nuestra isla.


La natación ha sido un constante en la vida de esta joven risueña. Comenzó a los dos añitos, como una terapia, y de ahí en adelante, pocas han sido las ocasiones en las que ha estado lejos del agua. Comenzó a competir en eventos de natación cerca de los 8 años, todos en piscinas. Fue cuando se hizo evidente que tenía talento y disciplina. Poco a poco fue dominando y perfeccionando los estilos de natación, y a medida que fue creciendo, demostró interés por eventos más retantes. Fue cuando se inició en la natación de aguas abiertas.


Para ello hubo que hacer cambios importantes. Angélica y su mamá vivían en Mayagüez, y se mudaron a San Juan para poder cumplir con un itinerario de entrenamiento más riguroso. Poco a poco, Angélica fue abriéndose paso en esta disciplina deportiva hasta que llegó el momento de ir a competir en las Olimpiadas Especiales Mundiales en Los Angeles, California, en el año 2015.

De allá regresó con medalla de plata en aguas abiertas, y muchos otros logros en el deporte de la natación. Las próximas Olimpiadas Especiales serán en marzo de este año en Abu Dhabi, capital de los Emiratos Arabes Unidos en Medio Oriente , y aunque Angélica no es parte de la plantilla de los competidores principales, sí es nadadora alterna. Es decir, si alguno de los miembros del equipo oficial de Puerto Rico no puede cumplir con ese compromiso, le tocaría a Angélica volver a enarbolar la bandera boricua en dichas competencias.


Le pregunté a Angélica por qué le gusta tanto nadar. "Por la salud", me dice ella sin vacilar. Y es que este deporte ha probado ser beneficioso para fortalecer sus sistemas cardiorespiratorio y psicomotor, además de ser de gran ayuda para la tonificación muscular, las articulaciones y desarrollo de la coordinación. También es un excelente ejercicio para mantener bajo control condiciones de salud vinculadas al Síndrome Down, que en esencia es una alteración congénita ligada al cromosoma 21.


Pero la pasión de Angélica por el deporte no queda ahí. Me confiesa que el Taekwondo "le fascina". Según su mamá, también es muy hábil en este deporte y no le tiene miedo a los combates. "Yo soy cinta amarilla punta verde", señala Angélica con orgullo. Y aunque ha logrado varias medallas en este ejercicio de las artes marciales, no lo practica tan a menudo. Su mamá explica que se debe, por un lado, al estricto itinerario de prácticas de natación que lleva Angélica, pero también para cuidar los pies, piernas y brazos, que son vitales para que su hija nade y que son, esencialmente, los puntos de ataque en el Taekwondo.


El secreto detrás de todos estos logros de Angélica consiste en su mamá, Angela. Y con ella conversamos más extensivamente sobre sus logros, pero también de los desafíos del día a día.


"¿Cuánto de ti, como persona y mujer, ha exigido estar ahí para tu hija?", le pregunté. Y me reveló, con un poco de nostalgia asomándose entre sus palabras, que el más grande sueño que tuvo que poner en pausa fue una carrera en Medicina.


"No es que lo he echado a la basura, porque todavía pienso en él y estoy un poquito más adelantada, pero tuve que poner una pausa gigantesca por casi 20 años por todas las terapias y actividades que se requerían para mantener a la chica activa." Del Toro reenfocó su interés por la Medicina y se convirtió en maestra de Ciencias, asegurando que se siente satisfecha y que aún no abandona la idea de terminar los estudios que ya comenzó para convertirse en doctora en medicina.


Nos explica que su rutina diaria como madre de una atleta conlleva varias horas de entrenamiento intensivo, que a veces va de lunes a lunes. Durante el día, mientras ella da clases, su hija Angélica asiste a una escuela donde recibe Educación Especial. Pero esa rutina posiblemente cambiará cuando acabe el año escolar, abriendo una caja de Pandora para ambas.

"Tengo que buscar que ella haga algo, que no se puede quedar en la casa, estamos trabajando para que ella tenga un trabajo y se haga todavía más independiente de lo que es. Pero ¿qué hacer con un adulto con impedimentos? ¡Porque no hay nada! No hay nada qué hacer con ellos, no hay escuelas, a menos que sea [la Administración de] Rehabilitación Vocacional que los adiestra para trabajar... y si están los fondos".


La madre de Angélica señala que en Puerto Rico hay un sinnúmero de programas para la población Síndrome Down, pero dirigidos a niños y adolescentes. Una vez cumplen la mayoría de edad, en resumidas cuentas, quedan a merced de lo que sus padres le puedan brindar. Esa escasez de servicios, nos manifiesta, es un importante revés a todo lo que han aprendido y podido alcanzar los adultos con impedimentos, ya que la mayoría de los padres no cuentan con el dinero para pagarle servicios de rehabilitación privados o a un cuidador que los mantenga activos, produciendo y alcanzando nuevas metas.


"Angélica, y si tú pudieras trabajar, ¿qué te gustaría hacer?", le pregunto curiosa. "De cafetera y libros", me contesta sin vacilar. Lo que quisiera es laborar en tipo de café y librería, donde pueda interactuar con la gente, recomendarles lecturas y atender las mesas. Y aunque tiene limitaciones en el área de lectoescritura, ama los libros. Sin embargo, son pocos los lugares así en Puerto Rico, y menos en el área oeste de la Isla, a donde regresaron a vivir.


Mientras tanto, en lo que una oportunidad como esa se materializa, Angélica también encuentra tiempo para modelar. Todo comenzó con unas cuantas fotos que su mamá quiso tomarle y que posteriormente publicó en Facebook. De ahí, las puertas de oportunidades se fueron abriendo a través de la Fundación Mi Gran Sueño para niños con discapacidades, hasta que logró modelar en pasarela para reconocidos modistas del patio. Tan reciente como este viernes pasado, Angélica engalanaba piezas de colección frente a una audiencia que aplaude con orgullo su tezón, si chispa, y la lección que nos da a todos sobre superación. Sobre la experiencia del modelaje, esto es lo que Angélica nos cuenta:


"Fue mi mamá que me maquilló a mí para modelaje. ¡Me fascina!" Su mamá la interrumpe para recalcarle cuánto le gusta el maquillaje y los tacones altos, o tacas, como ellas les llaman. Y de inmediato Angélica le riposta: "no las tacas altas, las bajitas..."

Y para provocarla, le pregunto: "O sea ¿que a ti te gusta ser coqueta?" Y entre risas, ella y su madre me contestan que "muchísimo". A lo que su mamá, orgullosa, agrega que es una joven "presumida", y que "quiere andar en 'tacas' todo el tiempo."


"Pero deben haber días", le preguntaba yo a la madre, "en que estás cansada, o que hayas tenido un día complicado en el trabajo, y ofrecer una palabra de ánimo a otros no surge con naturalidad. ¿Cómo haces para mantener a tu hija motivada?"


"Ella es la que me motiva a mí", me confiesa. "Ahora mismo yo estoy hablando aquí contigo y ella me está dando muchos besos y abrazos. Y así siempre trato de mantener la cordura, porque siempre hay algo bueno."


"No es fácil, este es un camino muy largo. Esto es alguien [a quien] vamos a tener que darle un 'support' toda la vida, y en lo único que pienso es tengo que estar bien, tengo que estar en salud, emocional y físicamente."


Y no pude evitar hacerle una de esas preguntas antipáticas, cuya respuesta, sin embargo, es de largo alcance. "Si pudieras enviarle un mensaje a esas personas que pueden hacer cambios en políticas públicas y las opciones para la comunidad de adultos con impedimentos, ¿qué le dirías?"

Su primera respuesta la dirigió a los padres de otros jóvenes como su hija. "Tienen que 'keep going' (seguir adelante), y seguirse esforzando porque esto es algo de nunca acabar. A los políticos: que abran más centros para adultos [con impedimentos], donde ellos puedan tener una vida independiente." Se refirió a lugares donde aprendan una serie de tareas domésticas básicas, como barrer y cocinar, además de tener una vida social con otros pares y donde los adiestren.


"Tener esos centros donde los apoyen y no sean simplemente para cuido y los fortalezcan con terapias. El problema es que siguen naciendo niños con impedimentos y ¿qué vamos a hacer con los adultos que ya crecieron? Y no sólo estamos hablando de adultos con impedimentos, estamos hablando de padres que van envejeciendo con adultos con impedimentos y se nos hace bastante difícil."


La falta de lugares de recreo es también una necesidad para esta población. Me ofreció como ejemplo los parques con columpios. Es uno de los lugares favoritos de Angélica, pero las instalaciones no proveen un tamaño adecuado para los adultos. El otro reto es la falta de personas que quieran trabajar con la población especial en la Isla.


"Hay que reclutar, hay que mirar más allá de las personas, que les paguen bien. Lo que pasa con los adultos con impedimentos [es que ] sus padres no tienen nada que hacer con ellos, sin hacer absolutamente nada, porque no hay nada para ellos", me dice Angela con lo que me parece es un poco de desilusión y coraje.


Desde luego, está la consideración de mudarse a los Estados Unidos en busca de mejores servicios para Angélica. Reconoce que familiares inmediatos se lo han sugerido muchas veces, pero que no ha actuado por dos razones: primero, que por el momento su hija está ocupada en la escuela y con el deporte. Pero la segunda razón parece tener aún más peso. Y es que emigrar significaría perder todos los beneficios que ha adquirido en el magisterio puertorriqueño, un total de 16 años de experiencia, para tener que comenzar de cero en suelo norteamericano, incluyendo tener que volver a sacar su licencia como educadora.

Y mientras esta madre mayagüezana barajea esas opciones, me indica frustrada: "yo quisiera que Angélica trabaje, pero ¿sabes lo que pasa? Yo tendría que dejar de trabajar." Me explica que algunos posibles centros de empleo no considerarían a su hija por su discapacidad, y si insistiera en que puede entrenarse, tendría que hacerlo ella misma, estar cerca de la joven para supervisarla, más proveerle transportación en un período de pocas horas, lo que haría imposible que como madre pueda tener un empleo a tiempo completo. Es ella quien único atiende a la joven, me explicó, dejando entrever que el papá de Angélica no está involucrado en su cuidado y crianza.


"Y aquí el único sueldo que llega es el mío, no es el de más nadie. Aquí el gobierno no me ayuda. Así que es solamente mi sueldo, lo que yo haga durante el mes. ¿Y quién me va a ayudar? ¿Quién me va a mantener y a atender los gastos de mi hija? Y es por eso que los papás que tenemos hijos con impedimentos nos trabamos, no sabemos qué hacer a veces... A veces las decisiones se nos hacen difíciles", señala.


Concluyo mi conversación con ellas preguntándole a Angélica si quiere enviarle un mensaje a quienes lean esta entrevista. Y con la alegría que la caracteriza, me dice: "¡Que sigan p'alante!"


¡Qué ganas de que nunca nos falte el ánimo y el espíritu de lucha de esta joven, que tanto inspira! Y qué ganas de que la gente de influencia y que podría hacer la diferencia en su desarrollo, pudiera materializar maneras para que siga alcanzando logros, no sólo en el deporte, sino en la vida misma.


Confío que la historia de estas dos mujeres que inspiran capte la atención de esas personas claves y que aporten un granito de arena para el futuro de Angélica y otros adultos con discapacidades en Puerto Rico.


Para escuchar la entrevista completa, haz clic aquí.







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