Llega San ValentÃn y es inevitable que las parejas quieran pasar un tiempo juntas. Sea por la presión comercial, las tradiciones, los Medios, etc., la realidad es que es un dÃa en que muchos hacemos una pausa y damos la milla extra para demostrarle a nuestra pareja lo importante que son en nuestras vidas y cuánto les amamos.
Para mà San ValentÃn nunca fue un dÃa especial, sino hasta hace dos años y medio. Yo siempre he sido bastante "nerd", y confieso que en mis años mozos yo no tenÃa ni idea y mucho menos interés de andar con un novio. Es más, pensaba que era un atraso, porque tenÃa grandes metas de estudiar, viajar, y qué sé yo qué más.
La única vez que un jovencito se me acercó fue cuando estaba en décimo grado. Mami y papi no estaban equipados para bregar con eso, casi les da tremendo soponcio y usaron todas las tácticas posibles para que se me quitara lo que ellos creÃan era puro "enchule". En realidad era curiosidad, pero no pasaron mucho trabajo. Como yo era tan boba, el muchachito encontró a alguien más adecuada para sus intereses, y yo seguà con la nariz metida en mis libros. Asà terminé la escuela superior, fui a la universidad y me gradué. Me dediqué a trabajar, viajar, a seguir estudiando y a lograr muchas otras metas. TodavÃa como que no despertaba de aquel desinterés por tener una relación romántica.
¿Que si hubo pretendientes? Claro que sÃ. Pero yo seguÃa con la mente en la luna, más preocupada por aprender y conocer mundo. No tenÃa mucha prisa por encontrar a alguien, excepto en una que otra fecha en que me sentÃa sola.
Ya el 99% de mis amistades estaban casadas y con hijos, menos yo. La gente, como veÃa que yo no despegaba y tampoco me conocÃan pretendiente, me acribillaban con preguntas que yo despachaba como mejor podÃa. Sabe Dios qué conjeturas hicieron sobre mà en cuanto al tema, que yo, en serio, no consideraba un asunto urgente. Y en ese sonsonete me llegaron los 40.
Ahà fue que me dije que "ahora sà que sÃ", pero acababa de tomar un trabajo en Estados Unidos (que me fascinaba) y me pasó lo mismo: me dediqué tanto, que cuando vine a ver, seguÃa sin un enamorado.
Como saben, yo soy periodista. Conocer gente es súper fácil debido a mi tipo de trabajo. Pero el problema era conseguir a una persona con los mismos intereses que yo. No solamente era cuestión de que no fumara ni bebiera, sino que estuviera alineado a mis valores y creencias, que le gustara leer y filosofar, la polÃtica como ejercicio no partidista. TenÃa que gustarle la música, pasear y viajar (que no es lo mismo), ir a descubrir restaurantes y un par de excentricidades mÃas de esa Ãndole.
También estaba el asunto de que siempre he sido una mujer "plus". Yo sé que ese no es impedimento, pero ¡qué difÃcil se me hacÃa conocer a una persona que tuviera todas las cualidades que yo querÃa y que me aceptara asà de "nerd" y diferente!
Un dÃa, viendo televisión, me llamó la atención un comercial de un sitio de Internet dedicado a que personas profesionales se conocieran, hicieran amistades... y algo más. La curiosidad fue grande, asà que traté. Por un tiempo intercambié comunicación con gente interesante, incluso conocà uno que otro "candidato", nos tomamos un café, pero no habÃa "magia". Dejé a un lado la ilusión de que la Internet me abriera una puerta para el amor, y me fui resignando.
Admito que tuve mis crisis, esas que le dan a uno en la soledad de la habitación cuando nada hace sentido. Llegué a pensar que no me iba a quedar de otra, más que quedarme sola. Y recuerdo bien cuando en junio de 2016, en una de esas conversaciones Ãntimas con Dios, de rodillas y en llanto, le dije: "Por favor, Señor, Tú que conoces los anhelos de mi corazón, concédeme el tener a alguien especial en mi vida".
La oración fue más en detalles, pero les contaré uno en particular. Faltaba poco menos de un mes y medio para mi cumpleaños número 43, y me propuse volver a intentar la Internet. Por alguna razón yo pensaba que era la alternativa para mÃ. Pero eso sÃ, le dije a Dios que si para la fecha de mi cumpleaños no habÃa conocido a "nadie", iba a enganchar los guantes.
El proceso fue aburrido, la verdad, no encontraba personas de mi interés. A mediados de julio, sin embargo, me escribió a mi perfil de Internet un señor gordito y guapetón, con un bigote y patillas que me dieron risa, pero con una sonrisa encantadora. Sin darnos cuenta, estuvimos un par de horas intercambiando correos electrónicos, riéndonos, fue una conversación deliciosa, ágil, sana, chistosa. Cuando ya era evidente que habÃa que ir redondeando, pensé para mis adentros que no iba a volver a saber más de este caballero; que se habÃa tratado sencillamente de un buen rato y nada más. ¡Qué equivocada estaba!
En resumidas cuentas, las conversaciones continuaron por varios dÃas vÃa email, y cuando fue un tiempo prudente, hablamos por teléfono y posteriormente nos conocimos en persona. Y desde entonces, nunca más nos hemos separado.
Han habido altibajos, por supuesto. Cada dÃa nos vamos conociendo más, superando diferencias y retos, pero descubriendo que el amor nos puede llegar a cualquier edad.
He querido compartir esta experiencia con ustedes, porque al principio me avergonzaba mucho admitir que conocà a mi enamorado por Internet. Yo que soy periodista, he leÃdo y escrito noticias de lo peligroso que puede ser conocer personas en los Medios Digitales y de cómo algunos suelen burlarse y hacerle daño a otros, porque no son honestos en su interés de buscar pareja. Sin embargo, conozco a muchas parejas que se conocieron mediante las redes sociales y los sitios web bona fide que se especializan en esos menesteres. Son parejas con relaciones exitosas, aún con sus dÃas buenos y no tan buenos.
Reconozco que el amor en los tiempos de la Internet no es para cualquiera, ni tampoco estoy aquà para recomendarlo a los cuatro vientos. Sólo quiero decirte que a veces las oportunidades Dios nos las envÃa cuando menos o como menos las esperamos. Yo casi me daba por vencida, y aunque tuve que esperar (con todo lo que eso implica), puedo decirles con humildad que ha sido una gran bendición. Él no es perfecto, yo tampoco; pero en nuestra imperfección individual, nos ayudamos, nos apoyamos y nos amamos, y eso, mis amigas, no tiene precio. Poco a poco vamos caminando juntos, disfrutando del camino, agarraditos de la mano, como dos tortolitos.
También sé que las malas experiencias dejan un mal sabor, y que cuando uno llega a cierta edad, se lo piensa una y mil veces antes de darle una nueva oportunidad al amor. Una vez, en una oficina médica, habÃamos 3 mujeres esperando horas muertas por el doctor. En el televisor habÃa un programa de entrevistas, y tocaron el tema de enamorarse después de los 40. Una de las damas que esperaba junto a mà (ninguna nos conocÃamos) dijo "que ni loca" se volvÃa a enamorar. Yo no aguanté y le respondà que un fracaso no podÃa marcar el resto de una vida, a lo que la otra mujer asintió. Nos olvidamos del show televisivo y estuvimos hablando como si fuéramos amigas de toda la vida acerca de las oportunidades y de cuánto uno sana cuando se decide a amar y a dejarse amar.
Esta fecha de febrero a veces toca una fibra dolorosa en nuestras realidades. Un pasado difÃcil, relaciones tóxicas y que nos hirieron, los desencantos, las soledades y muchos otros sentimientos amargos, que al llegar el dÃa 14 hacen de la fecha una demasiado triste. Yo pasé por eso y soy solidaria con quienes tienen dificultad con la celebración de este dÃa.
Pero amigas, yo doy fe de que sin esperarlo, todo cambia, aún si no se trata de un enamorado. A veces lo que nos hace falta es soltar el pasado, ese que nos atrasa tanto para alcanzar lo que nos hace bien y lograr una mejor versión de nosotras mismas.
Àmate y aprende a perdonar, a pasar la página y a enfocarte en el amor en sà mismo y no como pretexto para regalar chocolates o rosas. Esa sanidad de mente y alma es la que atrae, la que enamora. Ya verás que, una vez te abraces a ti misma, todo lo bueno que te mereces y que no te imaginas, te va a llegar. La bendición de Dios está dispuesta, haz tu parte para alcanzarla.
¡Feliz DÃa del Amor y la Amistad!