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Prisa

Actualizado: 21 nov 2018

"¿Qué provecho obtiene el que trabaja de aquello en que se afana?" -Eclesiastés 3.9

Hoy es lunes, 8 de octubre de 2018.  Estuvo nublado todo el fin de semana, y hoy no ha sido excepción.  Con las nubes grises, las temperaturas van tornándose más frescas y con esos cambios, vamos asimilando que ya estamos en otoño.


Las hojas, en cambio, aún no se animan a ir mudando sus vestidos verdes por los de tonos ocres.  Aquí en el sur de Pensilvania, el espectáculo de colores da gusto cuando la naturaleza despliega sus vestidos de temporada, y con mucha razón hay quienes dicen que esta es su estación preferida del año.  Pero los árboles, todos ellos sabios, saben que todo tiene su tiempo.


En los comercios, la experiencia es diferente.  Uno no sabe si es octubre o diciembre.  Desde que abren las puertas automatizadas de la mayoría de los establecimientos, pueden verse todo tipo de adornos otoñales.  Las calabazas de plástico, dicen los vendedores, pueden bien usarse para la Noche de Brujas como para el Día de Acción de Gracias; y más al lado, también se encuentran los ornamentos navideños y de año nuevo.


¡Cuánta prisa!  Por vender, los comercios nos empujan a desvivirnos por el futuro y a olvidarnos de disfrutar el vivir ahora.  ¿Acaso está mal enfrentar nuestros días con pausa y ser conscientes de la bendición que es vivir un día a la vez?  ¿O será quizas que nos ha gustado desbordar la agenda de vida con compromisos y responsabilidades, que ahora nos vemos obligados a estar más ocupados y preocupados en vez de disfrutar del hoy con tranquilidad?


Vivir de forma sosegada es un estilo de vida en peligro de extinción.  Todo va tan a prisa, que es fácil contagiarnos con la alta velocidad con que trasita el mundo a nuestro derredor.  Preferimos que nos den "los titulares" o la versión corta de una conversación, y si es posible que quepa en un "tuit" o mensaje de texto, y por qué no, mejor resumirlo en un "emoji".  Pareciera que siempre hay algo más importante qué hacer, o que deseamos que nuestra mente esté en cualquier otro lugar menos aquí, ahora...  A mi juicio, es una adicción más en la larga lista de conductas destructivas del ser humano.


¡Qué pena que vayamos así por la vida!  Y no me lo tomes a mal, porque por muchos años yo también viví así.  Un día, después de varios tropezones, abrí mis ojos a la realidad de ese "desvivir", al darme cuenta de lo que me estaba perdiendo en mi vida y que, en realidad, era lo que mayor valor tenía.  Vivía el hoy pensando en el mañana.... y no digo que hay que vivir de espaldas al futuro, sino que el futuro no cabe y no puede vivirse en el hoy.

Esa prisa lo que nos trae es ansiedad.  La ansiedad nos trae enfermedad.  La enfermedad nos trae dolor.  El dolor nos trae infelicidad.  Y si somos infelices a causa de esa prisa, ¿por qué la seguimos de forma desbocada?


Frena. Deténte.  Respira.  Levanta tu cabeza.  Abre tus ojos y observa.  Mira bien.  Descubrirás detallitos que la prisa nos hace pasar por alto.  Bendiciones de Dios, envueltas en su propia sencillez, que sólo quien camina sosegadamente y reflexiona, puede darles el incomparable valor que merecen.


No es fácil este ejercicio, yo lo sé bien.  Sólo se necesita un poco de voluntad y hacerlo aunque sea una vez al día.  Verás la vida diferente, te lo garantizo.   Y no se trata de una excusa para echar al olvido el planifacarse y tener metas, sino de bajar revoluciones.


La prisa nunca podrá darnos las satisfacciones que vivir pausadamente nos provee.  Porque con la pausa nos ponemos en sintonía con nuestro entorno, con los nuestros, con una nueva perspectiva de lo que son nuestras circunstancias y realidades, y más que nada, de Dios, quien te dio la vida para que la vivas y disfrutes a plenitud.

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